sábado, 5 de diciembre de 2020

No puedo y estoy jodida

Uno de los peores sentimientos que he experimentado es sentir que cada día de mi vida lo he pasado sin pena ni gloria, solo por llevarlo: sin planes ni retos, sin emociones ni sensaciones que valgan la pena, sin lograr algo, sin saborear la vida, ni nada.

Qué desastre es mi vida cuando decido no hacer nada, porque es una elección, lo he notado; cuando decido que no quiero, que no tengo ganas, que me vale madre todo, que no me apetece mover ni un dedo, que no quiero pensar ni enfrentar mi realidad... entro en un hoyo en el que yo misma he decido caer.

Cuando decido irrevocablemente evadir la realidad, no hay poder ajeno que me haga cambiar, no hay poder humano que me haga animarme, es mi elección y quiero estar así, sin pensar y sin sentir. Parece paradoja o contradicción, pues me quejo de no experimentar y sentir en mi vida y es a lo que le tengo miedo.

Es solo que, no son las emociones y sensaciones correctas las que me suceden. Puedo salir, puedo intentar, puedo arriesgarme, puedo buscar eso que me falta, pero qué triste es ver que no estoy bien, que mi vida ya no es la misma después de esa maldita operación. Que tengo impedimentos físicos (mínimos, pero al fin impedimentos) que han afectado mi calidad de vida. Y ahí, afuera, al lanzarme al ruedo y notarme débil, me da más pena intentarlo y notar que no puedo. Por eso mejor prefiero no intentarlo porque sé que no puedo.

Estoy jodida.


sábado, 28 de noviembre de 2020

Soñando con un Furby

Soñé que caminábamos, los dos juntos, por una calle y platicábamos bien relax. Luego, llegábamos hasta mi trabajo y ahí, mientras estaba ocupada con los pequeños, me pedías papel y lapiz. Mientras yo hacía lo mío, me mirabas constantemente y me escribías una nota.

Cuando salía de mi trabajo me acompañabas en un autobús escolar a dejar a los pequeños a sus casas. Durante ese trayecto, sentados juntos, me dabas la nota, donde me decías que la verdad te gustaba mucho, por si yo no lo había notado. A partir de ahí se sentía otra atmósfera entre tú y yo. No cabíamos de la felicidad y nos sonreíamos constantemente, presas de la complicidad y de nuestra recién revelada atracción. Algo había que platicar entre los dos al bajar de ese autobús y tal vez podríamos al fin abrazarnos.

martes, 21 de julio de 2020

Buscar / Encontrar

Ya no busco a nadie, estoy dejándome encontrar... que es más real, que es más equilibrado para lo que tengo por dar. Así que el que decida o desee quererme deberá verme más allá que en el sentido literal de la palabra, el que decida quererme deberá verme en un sentido más profundo. El que quiera quererme deberá aceptarme con todo y todo. No hay demonios, no hay toxicidad, lo juro. Hay enormes ganas de querer y de hacer las cosas bien. El único "pero" que puedo tener es mi condición, que no fue elección propia, la cual no podré cambiar.

Existen personas iguales a mí, existen personas que sabrán comprender y aceptar lo que estoy pasando, que detendrán su andar para caminar juntos. Existen personas -en verdad lo espero- que verán más allá de este cuerpo, que verán más profundo. No pretendo sonar lastimera, no pretendo que se compadezcan, pretendo que me acepten, pretendo que con todo y todo se queden incondicionalmente... y me quieran, porque es lo que yo tengo para dar, es lo que deseo más fervientemente encontrar.

No estoy rota, no estoy mal, pero a veces así me siento. No siento odio ya, me he aceptado tal cual, y he aceptado a los demás con su felicidad, pero a veces odio mi destino y lo difícil que me ha tocado andar. Estoy completa, no necesito nada más, pero quiero compartir todo lo que tengo para dar. Me quiero aun después de todo y sé, que entre toda esa gente allá afuera existe alguien que no vea en mí un "pero", sino una oportunidad y una posibilidad.

Rectifico: te buscaré, pero serás tú quien me encuentre.

viernes, 17 de julio de 2020

Con todas mis fuerzas

Cosas que quería, cosas que de verdad anhelaba con todas mis fuerzas:

pasar unos días de cuarentena contigo.

jueves, 9 de julio de 2020

Criatura de la noche

Yo vivo entre las criaturas de la noche,
no tengo la voluntad de luchar...
contra un nuevo amanecer,
así que creeré que el mañana nunca llegará.
Una noche segura estoy viviendo...
en lo profundo de mi sueño,
sé que la noche no es como parece
pero debo creer en algo
así que me obligaré a confiar
que esta noche nunca se irá.

 


martes, 7 de julio de 2020

Mi sangre en mis manos

Pensé que no iba a tener el valor ni las agallas; hoy me di cuenta que no fue así. Espero que haberme cortado a mí misma no haya sido en vano.




sábado, 27 de junio de 2020

Sombras de voces calladas

Despertar cada día y lo primero que mi cabeza empezaba a procesar era tu recuerdo. Abrir los ojos y las lágrimas resbalar hasta mi almohada. No sabes lo que dolía encontrarme con otro nuevo día y el dolor de anhelarte y no tenerte ni en lo más mínimo. Rehusarme a despertar y apretar los párpados para seguir durmiendo, si bien me iba; así algunas dos veces antes de levantarme del todo. Bajar a la mesa, con mi familia, sin ganas de nada, sin peinarme, con rimel mimetizando mis ojeras y yo toda rota. Fingir que mi estado depresivo era el letargo del despertar; ese "periodo de somnolencia que no se va", según yo. Almorzar ida de la mente... Algunas veces las pláticas parecían lejanos cencerros de ganado en las montañas, lejos muy lejos... y mi familia tan comprensiva ante mi osadía de acompañarlos en tales condiciones a la mesa, ajena a mi abrupto idilio, sin imaginar siquiera el ser deshecho que se posaba frente a ellos a compartir el desayuno, que tras horas de madrugada, llorando, casi sin más, iba cediendo al sueño hasta quedarse dormida. Debí dar pena ajena muchas veces frente a mi familia con solo ver mi mirada ida posada en un punto fijo mientras masticaba el almuerzo muchas veces insípido. Volver a mi cuarto a seguir durmiendo, porque las noches de largo y hondo penar lo requerían. Dormir un par de horas más hasta que me volvían a llamar a la cocina para la comida, esta vez tratando de asearme un poco, o por lo menos no presentarme igual que en la primera comida del día. Tratar en verdad de apartar todos los pensamientos taciturnos y demostrar que estaba en el presente, en mis cinco sentidos y escuchando atentamente las pretenciosas pláticas de mi hermana mayor o las repetitivas explicaciones de mi padre sobre algún tema indiferente para mí en esos momentos; pero pretender estar y ser alguien pensante y comunicativamente eficaz. Tratar, en verdad, distraerme con juegos, series, películas (cada cosa con su respectivo ataque de tristeza y dolor) o alguna otra cosa que me evitara pensar y manteniera mi mente ocupada, o bien, ir afuera -si podía manejarlo- con la demás familia, primos y tíos sonrientes, para tratar de contagiarme de su alegría o para recordar aún más lo mal que estaba mi vida en contraposición con la de los demás; no podía adivinar lo que pasaría. Regresar a casa nuevamente a intentar distraerme, a tocar guitarra, dibujar o intentar hacer ejercicio (cada cosa con su respectivo ataque de ira y llanto). Ir a caminar por las tardes a lugares poco concurridos, casi apartados de la ciudad y aprovechar cuando el Sol se ponía y todos se retiraban para gritar mil veces tu nombre y llorar lo que hiciera falta. Era como una fuente inagotable de lágrimas y dolor. Regresar a casa más liberada y despejada, dispuesta a bañarme y entregarme a las redes sociales, que con chascarrillos y bromas pendejas me hacían sacar las carcajadas obligatorias del día. Pero, luego de todo eso, luego de las risas y las conversaciones anónimas, volver a empezar el ciclo con música que me acordaba a ti y las horas de tu compañía por la madrugada. Volver a rememorar palabras y sonidos, releer conversaciones y escuchar audios, mirar nuevamente fotos, gifs y videos... y así pasar la madrugada añorándote, volviendo otra vez al dolor sideral en que las noches sonreían y las estrellas bailaban a través de mi ventana, mientras era envuelta por extraños entes que acariciaban mi frente y mis pensamientos en la oscuridad de mi habitación. Pero sabes una cosa, todo era en parte una decisión, había decidido resistir y estar para ti siempre, decidí ser paciente y demostrarte lo que significabas para mí, decidí anteponer tus necesidades a mis necesidades, decidí colocarte en el pedestal de mi idolatría, en el templo de mis mayores deidades; decidí no irme, decidí esperarte porque sentía muchas cosas hacia ti, sentía muchas cosas por ti: sentía amor, ilusión, ganas de vivir, ganas de dejar todo, ganas de darlo todo, sentía volar, sentía tocar el cielo junto a las constelaciones una a una, sentía el aire más ligero, sentía entusiasmo, deseo, ternura, pasión, humildad, resignación, ganas de estar contigo y nunca irme... sentía que no me faltaba nada si te tenía... te sentía a ti tocar lugares recónditos en mí, lugares que nadie más había tocado antes, como ese lugar en donde anida el valor y la fuerza, como ese lugar donde crece el deseo de hacer las cosas bien y uno no tiene miedo de nada. Decidí estar para ti, no rendirme, demostrarte quien era yo y cuáles eran mis intenciones. No importaba el tiempo que necesitaras, no importaban tus dudas, no importaba cuánto había que luchar, yo pelearía. No todo era justo, lo pensé, si algo bien he sabido es que la vida no es justa en lo más mínimo; ni la tuya ni la mía. La justicia, como todo, es algo relativo y por lo general extrínseco. La justicia era una moneda con dos caras iguales y no la necesitaba. Un día vi, que anteponías demasiado, mucho, bastante tu estabilidad, tu felicidad y tu regocijo a los míos. Un día vi que eras feliz sin mí y que mi espera, mi paciencia y mis sentimientos no tenían un lugar donde descansar. Noté que mis esfuerzos eran en vano, noté que mis intentos no rendían frutos contigo. Asimilé que ahí ya no había más peleas por luchar, ni triunfos que pretender. Supe que mis lágrimas eran lloradas por alguien que ya no estaba más conmigo. Y así, con todo el dolor de una ilusión destruida, de una empresa en la quiebra o de una muerte sin remedio, estoy dejándote ir. Vete y sé feliz, vete y vuela lejos; de todo corazón te lo digo, porque me importas y quiero verte bien. Con todo el dolor que esto representa, me retiro. Solucionaré mis líos en solitario, buscaré maneras de estar bien y de sobrellevarlo. Sé feliz, de verdad. No te rindas, permanece chingón como hasta ahora, cumple tus sueños, chaparrito altote.

Vivan los sueños que nunca despertaron, mi amor.

viernes, 27 de marzo de 2020

Sentirse rezagado

Algunas personas estamos en una etapa que, pienso, psicológicamente es complicada; nos toca enfrentarnos a una sociedad y sus paradigmas que pretenden generalizar, creando en muchos frustración y la sensación de sentirse rezagado. Nosotros solemos ver a nuestros amigos ya establecidos, con cierta estabilidad en sus vidas: con trabajos, con relaciones fructíferas, teniendo bodas, bebés, buenos sueldos... En general con más estabilidad, tanto profesional como personalmente.

Indiscutiblemente llega una etapa de la vida en que tienes que valerte por ti mismo, con las herramientas que has adquirido hasta este momento y tienes que empezar a construir todas estas bases de estabilidad y... sé que muchos se sienten o se han de haber sentido como yo me llegué a sentir en algún momento: presionada por no tener esa estabilidad ni esa vida ideal. Pero me he tomado la decisión de ir con calma, de ir a mi ritmo, paso a paso, y les he decir que no me arrepiento en lo más mínimo. Yo lo que intento creer y comunicar a todos los que me preguntan sobre mí y sobre lo que estoy haciendo con mi vida es: que realmente no hay, no existe una línea de tiempo que todos tengamos que seguir con nuestras vidas.

Siempre he creido que el ser humano es tan complejo, cada ser humano está rodeado de tanta complejidad que es imposible querer meternos a todos en un mismo molde. No podemos tratar igual a las personas porque no somos iguales. Entonces, yo pienso y contesto: dense cuenta, que no hay una línea de tiempo establecida por la que todos debamos pasar, no tenemos que hacer las cosas al mismo tiempo ni de la misma manera y eso está bien. Está completamente bien que tú no vayas al mismo paso que tus amigos, tus vecinos o tus compañeros, porque ni siquiera tienes que vivir la vida igual que los demás solo porque los demás lo piensan, o porque es como normalmente se hacen las cosas. Ahora, yo comprendo que querer hacerlo, querer enfrascarnos en un mismo molde es lo que le resulta más cómodo a una sociedad, porque para ésta, entre más uniforme sea todo es más fácil manejarse, pero NO es posible porque somos diferentes, porque somos demasiado complejos.

Creo que no tenemos que seguir estos moldes impuestos por tantos años de tradición social. Siento que muchas veces nos presionamos innecesariamente. Es decir, nadie va a hacer las cosas al mismo ritmo ni de la misma manera que otra persona simplemente porque somos seres distintos. Por ejemplo, tú no naciste bajo las mismas condiciones que los demás, ni con las mismas habilidades, no tuviste la misma familia, ni las mismas facilidades, entonces NO es posible que vivas de la misma manera que ellos. Les juro que es una sensación increíblemente liberadora el no tener que seguir un paradigma social o una línea de tiempo de "lo que me toca vivir". Entonces querer presionarte por seguir una línea de tiempo o cumplir con ciertas expectativas que la sociedad exige no tiene ningún sentido; en realidad eres libre de ir al paso que vas.

Y sí, a lo mejor muchas veces quisiéramos ir aun paso más veloz! Qué más quisiera yo que tener una vida sin problemas, tener mucho dinero, una casa, una pareja, tener hijos; o sea, claro que muchas veces queremos esas cosas pero ese es nuestro lado humano... nuestro lado humano quiere esas cosas porque el mismo ego intenta satisfacerlas en el momento en que las quiere, pero si vamos más allá del ego, las cosas siempre pasan en el momento en el que tienen que pasar, y si no están pasando en el momento que tú quieres no quiere decir que no vayan a pasar, sino que simplemente ese no es el momento; o quizá y de manera más general, no tienen por qué pasar. Cuando una cosa no se da, no pasa y no llega a nuestras vidas, es algo muy difícil de comprender porque va más allá de nuestro entendimiento ipso facto, o sea, nuestra mente humana no es capaz de asimilarlo en determinado momento o inmediatamente. Es muy difícil, más no imposible, asimilarlo; el aceptar y decir "eso que yo quería tanto, no era para mí". Asimilar que no tendrás algo que realmente quieres son golpes psicológicos fuertes para muchas personas en determinado momento. Todos pasamos por esas incertidumbres, pero yo creo que el universo en algún momento nos dará esa claridad para comprender por qué pasaron o no las cosas. Entonces, realmente yo con lo que me quedo, es con la tranquilidad de poner mi confianza en eso, de decir "las cosas van a pasar en el momento en el que tengan que pasar", y si me siento muy frustrada porque no pasan (pues obviamente soy humana y mi parte humana sigue queriendo las cosas en el momento que yo las quiero) solo me toma un poco de tiempo de meditación y de trabajarlo en mi mente y llega el punto en el que digo "OK Anli, hay cosas que por más que las quieras no están bajo tu control; si tiene que ser, será, si no, pues no".

Ahora yo sé que muchos van a decir que las cosas se consiguen cuando trabajas por ellas y cuando te esfuerzas, pero vuelvo a lo mismo que dije al inicio: no todos tenemos, ni nacimos, ni crecimos bajo las mismas condiciones, por tanto no deben existir reglas totalitarias para las personas, así que somos libres de tener nuestras propias maneras de manejarnos en nuestras vidas individualmente.

Hay tantas cosas que están tan fuera de nuestro control que lo mejor que podemos hacer es aprender a disfrutar los tiempos y las cosas que estamos viviendo, que tal vez no eran como los esperábamos pero no tienen por qué dejar de ser buenos. Así que, realmente podemos aprender a disfrutar de la etapa en la que estamos viviendo aunque no vaya en línea con lo que consideraríamos normal. Hay que hacer lo mejor con lo que tenemos y trabajar activamente por lo que queremos obtener, pero sin presionarnos por lo que los demás han logrado. No es una competencia. Nadie está tomándonos el tiempo. Simplemente quedémonos con la satisfacción de que HOY estamos haciendo lo que deseamos y que estamos trabajando por lo que queremos obtener, pero disfrutando del momento. La vida es demasiado corta para estar angustiado y sentirte apresurado por conseguir lo que todos dicen debes conseguir a tu edad y no aprender a disfrutar del momento.

Muchos amigos se dejan llevar por ese sentimiento de frustración, por sentirse rezagados, por sentir que tienen que ser más, que deben tener más, por estar a cierto nivel, cuando ese nivel es inexistente. ¿Rezagado? Rezagado contra quién? Quién es el que lleva la cuenta? No hay nadie llevando la cuenta. No tendrías por qué compararte con nadie. ¡Rezagado contra quién si no tienes por qué compararte! Muchos se sintieron miserables por estar presionados por cumplir ciertas expectativas... Expectativas de quién? Realmente a quién le importa!! Lo que debería de importarnos es estar contentos con lo que estamos haciendo con nuestras vidas y sentirnos plenos. No hay un molde para todos de cómo deben actuar, sino que cada quien debe buscar dentro de sí mismo y ver de qué manera puede ir actuando para lograr el único y verdadero objetivo: ser feliz, porque realmente ese es el objetivo, ser feliz y no sentirse presionados. Y éste es el verdadero reto: no presionarte a ti mismo por lo que piensen los demás. El lograr comprender que todo llega a su tiempo, y si no llega no significa que no sean tiempos perfectos. Ese es el verdadero reto.

lunes, 17 de febrero de 2020

Feliz y triste

Me alegra tu felicidad, mientras tanto yo estoy toda triste, pero neta, sin sarcasmos, me alegra que estés bien. Siento chido que estés superando tus fantasmas, que tu vida se esté acomodando y que empieces a estar bien contigo mismo. Me da gusto que todo aquello que un día te estaba nublando tu paz mental y emocional, se esté discipando. Me pongo feliz porque ese hombre que conocí en un principio está cambiando y está encontrando nuevas formas de ver la vida y de enfrentar los problemas. Me llena de orgullo verte evolucionar. Te quiero de verdad y me alegra, lo juro, que seas feliz, es lo que quiero para ti. Mientras tanto, yo estoy toda triste, toda rota, toda mal, porque te extraño y te quiero conmigo, te quiero para mí; estoy toda inestable y es porque no estás aquí. Quisiera decirte que me abraces muy largo, muy fuerte, ya no para insinuarte cosas ni para llevarlo a otros términos, sino porque necesito que me abraces y es todo, en verdad necesito tus brazos; pero no se puede, estás demasiado lejos. He de estar mejor, tal vez, he de soportar tu lejanía, he de cansarme de llorar, he de encontrar también mi paz, pero hoy, la única paz que tengo eres tú, el único anhelo que tengo es tu cariño, el único sentimiento que permanece inquebrantable es: te quiero.

domingo, 9 de febrero de 2020

Nada que haga funciona

Tengo varios días resistiéndome de hablarte, sabes por qué? Porque entre más me hablas más me enamoras, entre más hay contacto entre tú y yo, más me ilusiono, y no quiero seguir ilusionándome con algo que no podré tener. Sin embargo no dejo de pensar en ti. ¿Cómo rayos hago para no pensarte tanto? ¿Cómo hago para detener mis sentimientos? Neta que lo he intentado y no puedo; todos los días te amo y te pienso.

A veces me quedo absorta en recuerdos y los demás a mi alrededor me notan toda ida, fuera del momento y me preguntan “¿Qué tienes?” Y yo, con una sacudida de cabeza que parece un No, solo respondo “Nada”. No sé qué tanto lo noten, quizá no mucho, quizá bastante, que mis pensamientos están en otro lugar, están donde tú estás y donde una vez estuvimos.

Un día pensé, cómo haré para frenar todo esto que siento? Deja de ver todos los días sus fotos —me dije— deja de visitar su perfil como loca, deja de escuchar millones de veces sus audios, deja de stalkear. Y así he estado tratando, pero no funciona. Mi cerebro te tiene como el pensamiento más recurrente. ¿Qué me hiciste?

Hoy volví a escuchar tus audios y a ver tus fotos, y juro, no miento, que mi corazón se hace pequeñito del dolor y de la desesperación, estoy desesperada, te necesito en verdad.

viernes, 24 de enero de 2020

Segundo encuentro

Hoy te vi y fue lo mejor tenerte conmigo; deliciosa es tu presencia, deliciosa es tu compañía. Te digo algo? Me encantas y me encanta tenerte cerca. Me pones eufórica con el simple hecho de tenerte a mi lado, con el corazón emocionado y vuelto loco porque quiere enamorarte y quiere que lo sigas enamorando.

No sé si lo notaste pero te contemplaba absorta, no sé si lo notaste pero me atrapabas en tu atmósfera. Y ahí estaba yo, al lado tuyo, con los sentidos elevados a la décima potencia porque tú los disparas a tales magnitudes. Ahí estaba yo, con los sentimientos a flor de piel, porque neta, así me pones: los siento todos converger en mi piel y siento cómo desean culminar en ti. Ahí estaba yo, tan próxima a tu boca, tan próxima a tus besos, tan próxima a tu ser. Es tu esencia que despierta en mí el frenesí de quererlo todo en un instante y estar así por siempre. Es tu hechizo suave y dulce, tierno y salvaje que encanta a mi corazón y no quiero que se revierta.

Mi niño hermoso, no me dejes nunca, te quiero para siempre.
Mi amor precioso, te necesito a mi lado, te quiero para siempre.
Mi chaparrito altote, quédate conmigo, te quiero para siempre.

domingo, 5 de enero de 2020

La ciudad de las oportunidades

Un día viajé a esa ciudad a la que tantas veces fui renegando, a la que tantas veces fui llorando (no con lágrimas visibles sino con lágrimas internas), a la que ya veía con tedio, a la que de alguna manera y sin merecerlo detestaba. Estaba harta de sus médicos, de sus hospitales, de los papeleos, las medicinas, los tratamientos, los viajes express de un día, de sangre y más sangre y la enorme desilusión de no encontrar una cura definitiva. Estaba harta, pero supe que esa ciudad no tenía la culpa de lo que me tocó vivir. Renegaba pero pero poco a poco me di cuenta que yo sola estaba volviendo un lastre todo este proceso. Así que decidí aceptar mi realidad y ver con otra actitud mis frecuentes visitas al médico. Luego juré que un día regresaría a esa ciudad pero no al médico, sino a pasarla bien y a disfrutar de todo lo bonito que ella ofrece.

No pasó mucho tiempo y conocí a un chico; era al principio un desconocido pero poco a poco lo consideré un buen amigo y luego un cariño bonito fui desarrollando hacia él; yo sentía que él también hacia mí. Este amigo, era de esa ciudad y después de un tiempo de tratarnos quedamos en vernos por primera vez: iría a visitarlo e iríamos al cine a ver la película del Joker, iríamos a pasear a uno de los lugares populares y turísticos de su ciudad, subiríamos a las lanchas o qué sé yo, luego iría a acompañarlo a que comprase ropa y yo le diría cuáles pantalones se le veían mejor. Ya entrada la noche rentaríamos un lugar porque en su casa no podía quedarme e iríamos a descansar o tal vez no. Tal vez no descansaríamos. O tal vez descansaríamos después de habernos fatigado el uno al otro. O tal vez siemplemente descansaríamos y ya, abrazados y ya. Lo que sucediera. Esos eran los planes.

Pero nunca sucedió, por algo los planes se frustraron y no pudimos realizarlos, así que se pospusieron. Y continué con mis visitas a esa ciudad, expresamente a mis citas con el médico. “Sucederá luego”, pensaba. “Traquila, no te precipites, pronto saldrás con él y harán todo eso que ambos planearon”. Y así llegó otra nueva oportunidad, en que mi hermana fue a visitar a su novio (que vive en esa misma ciudad) y me preguntó si quería acompañarla. Obviamente me entuciasmé, pensé que podría verlo, pensé que podría pasear con él, pues mi hermana estaría con su novio y yo, para no hacer mal tercio, saldría con mi amigo. Así que fui, toda emocionada, llevé muchas cosas, le llevé unos regalos que le había comprado, llevé ropa para quedarme dos días y puse ropa extra por si las cosas salían bien y me pedía que me quedara más días. ¡Qué emoción! ¡Al fin lo vería! ¡Al fin haríamos todo lo que habíamos dicho! Tal vez ya no veríamos la película del Joker porque ya no estaba en cartelera y al parecer él ya la había ido a ver con sus primos, pero podía ser cualquier otra película, no importaba, con tal de estar con él, la película era lo de menos. Así que le dije que iría y no recibí de respuesta el mismo entuciasmo. Me sentí rara, ¿ya no me quería ver? Solo dijo “Qué bien. Qué chido. ¿Qué harás acá?” Pero nunca se vio asomo de incluirse en mis planes en mi visita a su ciudad. Yo le había dicho a mi hermana que sí la acompañaría y que probablemente vería a un amigo, pero este amigo, al parecer ya no quería verme, o sí? Como fuera, ya había quedado en acompañar a mi hermana y eso haría; probablemente andando allá mi amigo me propondría salir juntos. Estuve tres días de visita con el novio de mi hermana. Le mandé mensaje y le llamé a mi amigo y nunca contestó. Ese fin de semana, que se supone sería mi tregua de hostilidad con esa ciudad por ir simplemente de visita, que tendría la mágica compañía de él, que al fin podría abrazarlo, besarlo y conocerlo mejor, terminó siendo un fin de semana de “traga tu dolor, calla tu tristeza y sonríe”.

Fui con mi hermana y su novio a todos lados, visitamos varios lugares e hicimos varias cosas divertidas, pero en mis adentros todo estaba confuso, en interrogantes, porque pensé que él estaría deseoso de verme, que estaría contento de acompañarme a donde fuese, o a ningún lugar si el no quería, pensé que esta iba a ser nuestra oportunidad, sin embargo no fue así.

Con la misma desilusión de las anteriores veces me alejé de esa ciudad. Con la misma tristeza de las anteriores veces abordé el autobús. Pero esta vez no estaba triste por los médicos, ni por los hospitales, no estaba desilusionada por los papeleos ni por las medicinas, esta vez era diferente, esta vez era más profundo. Con las mismas lágrimas internas, juré que regresaría pronto a pasarla bien, a pasear de lo lindo con esa persona especial.