El lugar donde vivo es muy tranquilo. Por las mañanas, se escuchan perfectamente los pájaros
y por las tardes de igual forma el viento. Ya entranda la noche, la
gente sale de sus guaridas y se escucha un poco más de bullicio de
carros con sus estéreos a alto volumen.
Mirando por la ventana de mi cuarto, las cosas que se alcanzan a ver,
brindan la misma tranquilidad que los sonidos percibidos. Para donde
quiera que veas: casitas,
árboles y cerros con cruces en sus cimas. Y como no es una ciudad, aún
se puede distinguir fácilmente las montañas en el horizonte.
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