Mis jefecitos celebraron el día de ayer sus 25 años de casados. Hubo pachanga a lo grande.
Al principio me dió un poco de risa porque para organizar toda esa sarta de chingaderitas que se utilizan y se ponen en las mesas (refiérase a saleros, cubiertos, platos, alfileteros, servilleteros, entre otras madres) todos salieron peleados... y más risa me dió al ver que ya en la fiesta ya nadie se acordaba de las peleas, pues todos bailaban con todos. ¡Ha ha!
Una de las cosas que me sorprendió es que mi por primera vez me dieron ganas de bailar y bailar y bailar... Con esto no quiero decir que no me guste bailar, al contrario, bailar me apasiona... sino que casi siempre en este tipo de fiestas (bodas y quinceañeras) no me gusta bailar más de dos canciones consecutivas, y'ora, uts, parecía pirinola, (con decir que hasta aprendí nuevos pasos)... !uy¡
Mencionando otros asuntos, me da mucho gusto de que mis jefecitos hayan reafirmado la promesa que hicieron ante Dios hace 25 añotes... y más me da gusto el hecho de que no van a la iglesia y dan a conocer la celebración por quedar bien ante la gente, sino que ellos demuestran día a día el gran amor que se tienen. Quién fuera ellos.
Conociéndome, tal vez nunca llegue a los 25 años de casada, por el hecho -ya mencionado antes- de aburrirme fácilmente de estar con una misma persona, a lo que prefiero no estar con nadie. Es más, ni siquera creo llegar a casarme. Pero bueno... de como sea:
¡!¡!¡! Felicidades má y pá ¡!¡!¡!Marranita cantando en la boda de sus padres.
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