Le compré una rosa blanca. Mis amigas me decían que una rosa blanca no era la apropiada para dar a un chico pero dentro de mí era la que más me gustaba y me dije ‘adelante’. Cuando llegó a mi casa salí temerosa, escondiendo tras de mí la rosa. No sé si lo habría notado, pero si observaba con detenimiento mi sombra, podía haber adivinado lo que había en mis manos.
Comenzamos a hablar y trataba de despistarle diciéndole que esa noche lo notaba raro. Por fin en un instante de oportunidad le mostré la rosa y extendiéndola hacia él le dije “Para ti”. Alguna vez me había contado que él no era nada romántico, así que esperaba temerosa su reacción. “¿En serio es para mí?” me preguntó, y yo le dije que sí. La olió y en ese instante llamaron por teléfono. Maldición, tuve que ir a contestar porque si eran mis padres y yo no les contestaba me reclamarían luego por no haberme encontrado en casa. Así que entré y traté de ser rápida. Al regresar se había subido a su carro y ya había guardado la rosa. No supe si le gustó o no.
Platicamos de muchas cosas, como el hecho de habernos saltado varios pasos que se supone deben existir en una ‘relación’; me dio tanta vergüenza conmigo misma por lo que estábamos haciendo. Me preguntó que si me arrepentía, y le contesté que no, que todo era bueno para mí, que de haber podido decidir, volvería a vivir lo mismo junto a él. También estuvimos hablando sobre si lo que hacíamos era malo; yo dije que quizá era malo considerando que él tenía a su chica, pero que en sí, las cosas que hacíamos no eran malas para mí, pues todo lo que yo hacía lo hacía de la mejor manera, y que esto era porque lo quería. Él coincidió con que lo que él hacía tampoco era malo, pero pregúntenme si me dijo que también me quería??.....
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