martes, 21 de abril de 2009

Prácticas multigrado (día dos)

Alguna vez un primo me pegó un susto de muerte. Mi familia y yo habíamos salido de viaje e invitamos a mi primo para que nos acompañase. No teníamos un lugar a donde llegar en aquella ciudad, así que le pedimos la casa a un tío. Era de noche y mi primo y yo estabamos acostados en la misma cama porque no había cama para todos; en la misma habitación estaban mis hermanos. Ya estabamos todos dormidos, pero nadie contaba con el sonambulismo de mi primo. Imagínen lo qué sentí cuando de repente mi primo se incorpora en la cama, me toma del cuello y me empieza a mover!!

Bueno, anoche me pasó algo similar con Miguelón. Ya dije que en esa casa en la que nos estamos quedando no hay tele ni nada bueno que hacer, además de que este pueblo no es muy activo de noche, así que, después de salir a cenar, decidimos regresarnos a aquella habitación. Platicamos de muchas cosas: de lo que busca un hombre en una mujer y viceversa, de cómo le gustaban a él las chicas y a mí los chicos, incluso le platiqué la historia ésta del susto de muerte.


Como ya había dicho, las dos camas de aquella habitación estaban algo sucias, pero sólo él, gracias a su mamá, llevó una sábana y una cobija, así que me prestó la sábana para colocarla en mi cama y él puso la cobija en la suya. Era ya de noche y empezaba a hacer frío; como ustedes ya sabrán, yo padezco de asma y el vientecillo me hace mal, así que en vista de no tener con qué taparme, le dije a Miguelón que me prestara su cobija con la que cubría su cama y que si quería se podía dormir en mi cama, él accedió y se pasó conmigo.


Estuvimos platicando un rato mientras llegaba el sueño, todo normal y sin el mínimo de malintención. Por mi parte, sabía que todo era en buen plan y pensaba que para él todo iba en el más positivo de los planes, así que no le presté menor importancia al hecho de que él estuviera en mi misma cama. Nos quedamos dormidos, al menos yo así lo hice, pensando que él también ya estaba jetonsísimo. De repente en pleno sueño, siento que me agarran del hombro y empiezan a tocar mi boca. Espantadísima me despierto preguntando '¿qué pasa?'. Me encontraba fuera de la relidad por lo espantada, el sueño y la modorrez; no sabía dónde estaba o qué estaba pasando. De repente contextualicé: era Miguelón quien se había quedado conmig. Aún alterada yo decía '¿qué pasa?, ¿qué pasa?' y él sólamente respondía entre dientes algo que parecía ser "¿puedo darte un beso?". No estaba segura qué era lo que decía así que volví a insistir "¿Que qué?" y otra vez entre dientes me respondía aquello que no lograba entender. Asocié aquello que sentí en mis labios con lo poco que podía entender y sí, efectivamente Miguel me estaba pidiendo tal cosa. No supe cómo reaccionar, estaba espantada por tan repentino despertar, estaba confundida por lo de Miguelón y estaba extrañando a Alfalfa. No le dije nada a Miguel y puse música del celular.


Pasaron algunas tres o cuatro canciones sin una sola palabra de ambos y al final, lo único que se me salió decir fue: "¡me asustaste!". Él se hacía el desentendido preguntando por qué decía que me había asustado. Luego de un rato sin nada más relevante que decir, me dormí.


Casi amaneciendo, en una de esas ocasiones en que te despiertas un poco para reacomodarte en tu camita, pude observar que Miguel estaba muy cerca de mí, como observándome. Estaba aún algo oscuro y sólo vi cómo se dió la media vuelta rápidamente al ver que yo me había medio-despertado.


Me volví a dormir con un poco de miedo, pensando en Alfalfa y deseando que ya amaneciera totalmente.

1 comentario:

  1. a cabron!!, aguas porque no se sabe como sean las gentes, yo que tu mejor seguia la estancia sola, cuidate mucho por favor, saludoss!!

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