Si algo tiene mi amado es que no le gusta rogar, pero ayer, ¡ayer cómo me rogó! Normalmente, cuando nos vemos, él se ha de poner cachondo, y debo admitirlo, yo también me pongo cachonda al verlo... (¡Oh sí, ahí nos complementamos!) -creo que es la única razón por la cual me sigue frecuentando: nuestras cachondeces-. Pero ayer no le seguí la corriente, o bueno, un poco al principio y luego surgieron fuertemente mis principios morales sobre si lo que hacíamos estaba correcto, sobre si su novia, sobre si él no era mío, bla bla. Entonces fue cuando me aparté de él y ya no dejé que me tocara, se lo advertí y le dije también que ya no iba a hacer nada. Al principio pensó que estaba bromeando y luego de media hora de sus intentos y más intentos, se dio cuenta que algo tenía. Yo sólo me limitaba a decir "Lo siento". Y era verdad, en verdad lo sentía, porque qué necesidad tiene él de que una loca como yo vaya a calentarlo a su casa y lo deje a medias? Ninguna.
Él no iba a ceder, pero yo tampoco, en mi mente rondaba constantemente el nombre de su chica y la frase esa que siempre suelo utilizar: 'Y si a tí te hicieran lo mismo?' o 'Ponte en sus zapatos'. me sentía como una periplaneta americana (álgo que aprendí de él jajaja...), una de las más grandes. Ya no podía, todo estaba dentro de mí a punto de estallar. Quería golpearlo pero gran parte de culpa era mía. Nadie me tenía metida allá en aquella habitación, nadie más que yo le seguía la corriente y nadie más que yo había aceptado seguir saliendo con él a pesar de la situación. Me levanté de donde estaba sentada y me me fui a un rincón del cuarto, y ahí, dándole la espalda a mi adorado tormento, estrellé mis nudillos repetidas veces contra la pared. La ¿adrenalina? (sí, debió haber sido eso) era suficiente para no sentir dolor. Más bien, el dolor que sentía venía desde mi pequeño y adolorido corazón. Él no hizo nada para impedir mi sufrimiento, al contrario, dejó que me desquitara contra la pared y al final me ofreció sus brazos... y yo de sentimental fui a caer en ellos.
Y abrazada de él, ahora si le dije todo: que me perdonara por andar de sonsacadora, que lo que hacíamos estaba mal, que su novia merecía respeto, que por qué en lugar de estar conmigo no estaba con ella?, que por qué me seguía a mí pudiendo tener muchas más chicas, sin tanto esfuerzo, más bonitas y mucho menos sentimentaloides (su físico y su actitud le dan chicas, no carece de ellas); que gran parte de esto era mi culpa por mezclar las cosas, confundirme y ser tan calenturienta y facilota; que ya no iba a hacer nada con él nunca más.
Entonces él me dijo varias cosas también: "¿hacer nada? hablas como si ya hubieramos hecho muchas cosas; sólo nos ponemos calientes mutuamente pero hasta ahí. Nunca hacemos nada porque tú no quieres... y las chicas fáciles no me gustan, eso es demasiado fácil y aburrido... yo te prefiero a ti porque me das poco a poco lo que con las demás consigo en una hora, además sé que eres una buena niña y que no has estado con nadie, y eso es más interesante... tu no me sonsacas, y si ya no quieres hacer nada, pues no hacemos nada.. y ya"..
- Y eso significa que ya no te veré, verdad -agregué yo, dudosa.
- Por qué?
- Porque si ya no hacemos nada, para qué más querrías verme?
- No es lo único que me interesa.
No mencionó nada de su novia. Y la verdad no esperaba que lo hiciera, siempre que saco el tema de su novia, él suele escucharme sin emitir palabra y luego, cuando acabo de hablar, cambia de tema diciendome "no quiero hablar de eso".
Seguíamos abrazados y tomó mi mano entre las suyas. ¡¡Auch!! los nudillos me dolían.
- Todo es mi culpa, verdad - me preguntó.
- En parte también es mía.
Sus palabras me hicieron quererlo aún más y le abracé y le besé de pies a cabeza mientras él permanecía inmovil, como pensando. Mi amado es tan bello que no resisto estar a su lado sin besarlo y acariciarlo. Luego de un rato nos pusimos a jugar, pero yo ya no lo toqué. Le dije que él solo se quitara su calentura si quería, pero que yo ya no haría nada. Me dijo, no hagas nada, déjame ser yo quien te haga cosas, déjame tocarte. Me negué; sé que empezando yo, ya no hay quien me pare. Así que no lo dejé. Nos quedamos como los gatos cuando se lamen a sí mismos.
Luego de un rato más, le dije que me llevara a mi casa. Él no perdía la esperanza aún y trataba de calentarme. Me desabotonaba el pantalón y me bajaba el cierre una y otra vez; estaba como loco. Pensé que era puro juego, me dijo que no era juego, que a los hombres no se les pasa así como así. Estaba como loco y me amenazaba que me ropería la ropa a la fuerza, yo no creía pero sí estuvo a punto de hacerlo. Le dije que me daba miedo y al final me dijo "estoy jugando, no haré nada que no quieras". Nos subimos a su carro y nos fuimos rumbo a mi casa.
En el camino, puso unas rolas sesenteras que me reanimaron y me alegraron. El clima era tan paradisiaco que tenía ganas de gritar. Lo besé una y otra vez mientras él conducía. Tal vez ese niño era ajeno, pero sin duda algunas veces había sido mío, algunas veces logré que se olvidara de ella y logré tenerlo sólo para mí. Le hice saber lo que pensaba y me dijo 'siempre estas pensando algo, verdad?' como refiriéndose a que yo nunca dejaba de pensar en la situación en la que estábamos, y le dije que sí, que síempre pensaba algo.
Llegamos a mi casa y ya resignados nos despedimos, ya no iba a pasar nada. Me bajé del carro y por la ventana le decía una sarta de cosas que no tenían sentido. Le pedí perdón otra vez y entré.
Seguro se enojó. Seguro sí. Ahora pienso: qué cosa más cruel puede haber que te dejen a medias?, para los hombres seguro que no hay nada más cruel. Quizá al menos se fue molesto, o quizá al menos se fue pensando "pinche vieja, para qué se hace la difícil, si bien sabemos que le encanta el pedo".
Él no iba a ceder, pero yo tampoco, en mi mente rondaba constantemente el nombre de su chica y la frase esa que siempre suelo utilizar: 'Y si a tí te hicieran lo mismo?' o 'Ponte en sus zapatos'. me sentía como una periplaneta americana (álgo que aprendí de él jajaja...), una de las más grandes. Ya no podía, todo estaba dentro de mí a punto de estallar. Quería golpearlo pero gran parte de culpa era mía. Nadie me tenía metida allá en aquella habitación, nadie más que yo le seguía la corriente y nadie más que yo había aceptado seguir saliendo con él a pesar de la situación. Me levanté de donde estaba sentada y me me fui a un rincón del cuarto, y ahí, dándole la espalda a mi adorado tormento, estrellé mis nudillos repetidas veces contra la pared. La ¿adrenalina? (sí, debió haber sido eso) era suficiente para no sentir dolor. Más bien, el dolor que sentía venía desde mi pequeño y adolorido corazón. Él no hizo nada para impedir mi sufrimiento, al contrario, dejó que me desquitara contra la pared y al final me ofreció sus brazos... y yo de sentimental fui a caer en ellos.
Y abrazada de él, ahora si le dije todo: que me perdonara por andar de sonsacadora, que lo que hacíamos estaba mal, que su novia merecía respeto, que por qué en lugar de estar conmigo no estaba con ella?, que por qué me seguía a mí pudiendo tener muchas más chicas, sin tanto esfuerzo, más bonitas y mucho menos sentimentaloides (su físico y su actitud le dan chicas, no carece de ellas); que gran parte de esto era mi culpa por mezclar las cosas, confundirme y ser tan calenturienta y facilota; que ya no iba a hacer nada con él nunca más.
Entonces él me dijo varias cosas también: "¿hacer nada? hablas como si ya hubieramos hecho muchas cosas; sólo nos ponemos calientes mutuamente pero hasta ahí. Nunca hacemos nada porque tú no quieres... y las chicas fáciles no me gustan, eso es demasiado fácil y aburrido... yo te prefiero a ti porque me das poco a poco lo que con las demás consigo en una hora, además sé que eres una buena niña y que no has estado con nadie, y eso es más interesante... tu no me sonsacas, y si ya no quieres hacer nada, pues no hacemos nada.. y ya"..
- Y eso significa que ya no te veré, verdad -agregué yo, dudosa.
- Por qué?
- Porque si ya no hacemos nada, para qué más querrías verme?
- No es lo único que me interesa.
No mencionó nada de su novia. Y la verdad no esperaba que lo hiciera, siempre que saco el tema de su novia, él suele escucharme sin emitir palabra y luego, cuando acabo de hablar, cambia de tema diciendome "no quiero hablar de eso".
Seguíamos abrazados y tomó mi mano entre las suyas. ¡¡Auch!! los nudillos me dolían.
- Todo es mi culpa, verdad - me preguntó.
- En parte también es mía.
Sus palabras me hicieron quererlo aún más y le abracé y le besé de pies a cabeza mientras él permanecía inmovil, como pensando. Mi amado es tan bello que no resisto estar a su lado sin besarlo y acariciarlo. Luego de un rato nos pusimos a jugar, pero yo ya no lo toqué. Le dije que él solo se quitara su calentura si quería, pero que yo ya no haría nada. Me dijo, no hagas nada, déjame ser yo quien te haga cosas, déjame tocarte. Me negué; sé que empezando yo, ya no hay quien me pare. Así que no lo dejé. Nos quedamos como los gatos cuando se lamen a sí mismos.
Luego de un rato más, le dije que me llevara a mi casa. Él no perdía la esperanza aún y trataba de calentarme. Me desabotonaba el pantalón y me bajaba el cierre una y otra vez; estaba como loco. Pensé que era puro juego, me dijo que no era juego, que a los hombres no se les pasa así como así. Estaba como loco y me amenazaba que me ropería la ropa a la fuerza, yo no creía pero sí estuvo a punto de hacerlo. Le dije que me daba miedo y al final me dijo "estoy jugando, no haré nada que no quieras". Nos subimos a su carro y nos fuimos rumbo a mi casa.
En el camino, puso unas rolas sesenteras que me reanimaron y me alegraron. El clima era tan paradisiaco que tenía ganas de gritar. Lo besé una y otra vez mientras él conducía. Tal vez ese niño era ajeno, pero sin duda algunas veces había sido mío, algunas veces logré que se olvidara de ella y logré tenerlo sólo para mí. Le hice saber lo que pensaba y me dijo 'siempre estas pensando algo, verdad?' como refiriéndose a que yo nunca dejaba de pensar en la situación en la que estábamos, y le dije que sí, que síempre pensaba algo.
Llegamos a mi casa y ya resignados nos despedimos, ya no iba a pasar nada. Me bajé del carro y por la ventana le decía una sarta de cosas que no tenían sentido. Le pedí perdón otra vez y entré.
Seguro se enojó. Seguro sí. Ahora pienso: qué cosa más cruel puede haber que te dejen a medias?, para los hombres seguro que no hay nada más cruel. Quizá al menos se fue molesto, o quizá al menos se fue pensando "pinche vieja, para qué se hace la difícil, si bien sabemos que le encanta el pedo".
azuuuuuuuu!!!!!!, que fuerte y que romantico a la vez, dejo saludoss y mi ilnk pa que me visites, si quieres
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