viernes, 12 de diciembre de 2008

Mentirero

Viernes 12 de diciembre de 2008, para mí era como vivir un día como cualquier otro. La primaria, los niños, mi clase interrumpida por los imprevistos escolares en el aula y en la escuela, mi mente al tope de pensamientos... Estudiando una y otra vez, repetidamente la situación que nos unía. ¿Había alguien más aparte de mí?

Desde el lunes que Edith vino a visitarme a la casa y que llegaste tú y fuimos a dejarla a su casa, pude evidenciar parte de tu posible mentira. Aún así seguía aferrada a lo que me convenía y a lo que quería creer. Pero una parte conciente de mí seguía actuando, peleando por mi dignidad, peleando por no ser parte de una posible mentira... esa parte conciente que le había pedido ayuda a Ricochet para sorprenderte infraganti con tu novia, sabía que podía suceder cualquier cosa.

Ese día, después al estar libre de la primaria, me disponía irme a mi casa como normalmente suelo hacer, pero un mensajillo cambió mi rumbo: un mensaje de Ricochet en el que me decía que era hora de descubrir la verdad, que estabas con tu novia en la casa, encerrados en tu cuarto; que fuera rápido si quería sorprenderte y derrumbarte el teatrito.

La primera vez que me mandó un mensaje similar en que me avisaba que era hora de sorprenderte, mi miedo a la verdad me hizo decidir no ir, pero me la pasé arrepintiéndome, repitiéndome una y otra vez "hubiera ido, no soporto estar en la duda". Pero esta vez, estaba decidida, sea lo que sea, fuera como fuera, así me diera miedo, así me estuviera partiendo el corazón por desconfiar de ti o por saber que te iba a descubrir, tenía que hacerlo. Además, esto ya había llegado a tal punto en que no sabía qué sentir por ti. Qué más daba? Te quería, cierto, pero no quería ser la posible antagonista de un trío amoroso.

Y me fui a tu casa. Tomé el camión que va para tu casa. Me bajé unas cuadras antes para pensar en lo que pasaría, para meditarlo todo. Cuando llegué me asomé hacia adentro por la ventana que da a la calle. Allí estaba Ricochet, viendo tele. Le hice notar mi presencia y salió rápidamente.

Ricochet: Hola.
Garambullita: Hola
Ricochet: Pensé que no vendrías.
Garambullita: Es que me vine un tramo caminando.
Ricochet: Están adentro, encerrados en su cuarto. Llevan como dos horas ahí.

Aquí me di cuenta, que esto ya no podía ser una mentira por parte de Ricochet para vengarse de su amigo. ¡Estaba allí y seguía afirmándolo! Si alguna vez pensé que todo lo que me decía Ricochet era puro cuento y dudaba de él, ahora no había lugar para ello. ¡Esto era real! ¡Esto era verdad! Estabas tú y tu novia encerrados en tu cuarto.

Ricochet: Qué vas a hacer?
Garambullita: No sé, nunca había participado en algo así.
Ricochet: Mira se supone que yo no te dije nada. Así que, qué te parece si hacemos como que yo estaba en la sala dormido y que tu tocabas y tocabas, y como nadie salía decidiste entrar por tu cuenta.
Garamullita: Eso no se lo cree nadie. Cómo no te vas a dar cuenta de que alguien toca o de que alguien se pasa a tu casa sin permiso.
Ricochet: Te lo juro que yo siempre he sido muy despistado y eso será creíble.
Garambullita: Bueno está bien.

Fue entonces que Ricochet y yo pasamos y él se dirigió a la sala a recostarse para fingir estar dormido. Yo, me pasé hasta llegar a la puerta de tu cuarto (el cuarto en el que había experimentado cosas nuevas, el cuarto con un póster de Albert Einstein en la puerta, el cuarto blanco que siempre estuvo oscuro para mí). Estaba ahí parada, a punto de tocar y no podía. ¡No podía hacerlo! Mis fuerzas y mi coraje me habían dejado. Me inmovilicé por un largo rato, unos diez minutos en que pode oír el sonido de tu guitarra, de tu voz y la voz de ella hablando de música, hablando de Lenny Kravitz y otras cosas que no recuerdo. Repasaba mis posibles líneas, al verla a ella dentro de tu cuarto: quizá un "Qué lástima" mientras dibujaba la tristeza en mi cara, o mejor "Disculpa, no pensé que estuvieras ocupado" acompañada de una expresión de decepción... o si te encontraba en una situación muy comprometedora podría haber dicho furiosa: "¡Eres un maldito cerdo barato!"; sin embargo, ninguna me quedaba, ninguna aplicaba, no podía hacerme la víctima porque ni siquiera éramos nada. Tú y yo éramos sólo un par de amigos que se besaban y se manoseaban; creo que ese fue tu único propósito y cometido, en cambio, mi cometido, había sido encariñarme contigo como una idiota. Decidí que lo que fuera debía ser ipso facto y nada de premeditación, pero aunque mi mente trabajaba rápido, mi cuerpo no me respondía.

Esos 10 minutos fueron eternos... y por fin... tras inhalar profundamente di cinco golpes suaves a tu puerta. Pronto dejaste de tocar y callaron las voces. Tú, con un tono de familiaridad -quizá por que pensabas que era Ricochet quien tocaba- respondiste "¿Qué?". Las palabras me salieron de no sé donde y dije "Soy yo, puedo pasar?" suponiendo que reconocerías mi voz. No tardaste mucho en salir, pero detrás de ti cerraste la puerta suavemente. Tu cara sorprendida no la olvidaré.

Alfalfa: Qué onda?
Garambullita: Nada y tú?
Alfalfa: Nada. Y Ricochet?
Garambullita: Está profundamente dormido. Puedo pasar?
Alfalfa: Um, es que ya me voy.
Garambullita: A dónde?
Alfalfa: A la escuela.
Garambullita: A la escuela? Pues no que este día no tenías clases?
Alfalfa: Si, no tenía, pero la doctora me llamó porque me va a decir algo sobre la tesis.
Garambullita: Aaah. En serio te tienes que ir? No te puedes quedar un rato?
Alfalfa: No, de hecho ya voy a prender el carro. Vamos te llevo. (Me tomaste de la muñeca)
Garambullita: A dónde?
Alfalfa: A tu casa, es que no puedo quedarme. (Me jalaste hacia la puerta y ahí me detuve)
Garambullita: Te pasa algo?
Alfalfa: No, por qué?
Garambullita: Es que te noto raro.
Alfalfa: (nervioso) No, nada importante, son problemas de la tesis.
Garambullita: Puedo ayudarte en algo?
Alfalfa: No. Son cosas con la doctora.
Garambullita: Seguro? Ya sabes que si en algo te puedo ayudar yo...
Alfalfa: Si, gracias, pero ahora tengo que irme.
Garambullita: Podrías regalarme agua?
Alfalfa: Agua?
Garambullita: Si, es que tengo la boca muy seca [En verdad, mi boca estaba seca, y aproveché también para hacer que nos quedáramos ahí más rato].
Alfalfa: Si. Espérame.

Fuiste adentro y yo tras de ti y.. jaja.. no había vasos limpios.

Alfalfa: (Desesperado por sacarme de ahí) No hay problema si te doy agua en un pocillo? Es que no tengo vasos limpios.
Garambullita: Déjalo así. (Pobre de tí, pensé).
Alfalfa: Vámonos. (Me tomaste nuevamente por la muñeca)
Garambullita: No, me voy a quedar un rato con Ricochet.
Alfalfa: Nombre! Vámonos. Más al rato voy a tu casa. (Me jalaste nuevamente hacia la puerta)
Garambullita: Pero es que quiero platicar con él.
Alfalfa: No me hagas esto por favor.
Garambullita: Qué? Qué tienes?
Alfalfa: Nada. Vamos ya, te voy a dejar. (Me jalaste con fuerza)
Garambullita: Auch! Me lastimas! (Me solté de ti)
Alfalfa: No sé qué tienes, pero estás muy raro. Me voy a quedar con Ricochet un rato. (Me pasé hacia la sala donde Ricochet)

Ya no me dijiste nada. Pasaste a tu cuarto nuevamente y cerraste tras de ti. Platiqué un rato con Ricochet.

Garambullita: No puede ser.
Ricochet: Lo siento.
Garambullita: Lo siento más yo, por haber dudado de ti.
Ricochet: No hay problema.
Garambullita: Qué mal me siento.
Ricochet: Perdón por decirtelo, pero tenías que saberlo.
Garambullita: Gracias
Ricochet: Qué harás? Te quedarás hasta que salgan?
Garambullita: Nó sé.
Ricochet: Tendrán que salir. No hay otra salida.
Garambullita: Hay que hablar de otra cosa, esto me hace sentir mal.

Empezamos a hablar de él, o más bien dicho, él empezó a hablar de él porque yo ni siquiera prestaba atención. En eso, un mensaje le llegó.


"Llévatela por favor para poder salir de aquí. Hazme ese favor".

Tan despistados los dos, en verdad, que no intuimos que era un mensaje de Alfalfa. "Me llegó un mensaje y no sé de quién rayos es!" dijo Ricochet. Me lo mostró y yo en tono burlesco le dijé: "Jajaja.. Respóndele 'Si, claro ahorita la saco'.. jaja". Él aún más despistado aún dijo: "Que mal cuando el tipo(a) se de cuenta de que no la saqué.. jaja".

Salió Alfalfa de su cuarto y se dirigió a la calle para prender el carro, ahora sí. Tras de él se fue Ricochet, no sé por qué. Al volver Ricochet conmigo, me dijo que el mensaje que había recibido era de Alfalfa y que quería que me llevara a algún lado mientras él sacaba a su chica. Ricochet me dio a elegir si quería ir a algún lado mientras ellos salían o si prefería permanecer ahí hasta descubrirlos. Yo elegí la primera opción. Ya era más que claro para mí la mentira de la que había sido objeto y no me interesaba ver la cara de la chica a la que estábamos engañando. Un momento, hasta ahora yo también había sido engañada, así que no me referiré a ella como la víctima.

Ricochet y yo salimos de la casa. Afuera estaba Alfalfa y me dirigí hacia él. Le refrendé mi apoyo incondicional y él me pidió una disculpa por lo que había pasado. "Luego te voy a ver" me dijo. "No hay problema, resuelve tus problemas primero y luego ya veremos" contesté. Cruzamos la calle Ricochet y yo, un tramo en silencio en que pensaba que atrás los dejaba a los dos, con la posibilidad de que ellos continuaran sin ningún problema. Bien pude haberme quedado ahí hasta que se dignaran a salir ambos, pero en ese momento no quería saber nada más. Era suficiente para mí. Ella seguramente ni se dio cuenta de lo que pasaba afuera de aquel cuarto, quizá mientras tanto se puso a pensar en la felicidad.

Fuimos a una tienda cercana. Allí compré una bebida, pues tenía la garganta seca. Al regresar a la casa ya se habían ido. Me puse a platicar con Ricochet y él amablemente trataba de hacerme reir. Yo traté de mostrar una Garambullita fuerte y de no hacer notar mi tristeza. Ricochet empezó a insinuar cosas como que podría encontrar a alguien más y que una chica bonita como yo bla bla... ustedes saben.

Decidí irme de ahí. Al despedirme de Ricochet le pedí disculpas porque había dudado de él. "No hay problema" me dijo. Le di un abrazo y un apretón de manos y me fui. Caminé un buen tramo. Pasé por aquellas calles que recorríamos Alfalfa y yo en su carro cuando íbamos a su casa o cuando me iba a dejar a la mía. Tantas cosas en mi cabeza. Tantos pensamientos, sentimientos, momentos y recuerdos ahora arruinados con esto.

Llegando a mi casa, la verdad no me sentí tan mal. Tantas advertencias por parte de Ricochet habían puesto alerta mis sentimientos y no me calló de improviso la sorpresa de la verdad. Ya había desmenuzado lo que podría pasar en caso de que la mentira fuera real y eso me hizo menos vulnerable. Corrí a mi cuarto y me tumbé en la cama, boca abajo. Pensaba y pensaba en por qué no lloraba y en por qué, en vez de eso, maldecía. Así estuve un buen rato. Hasta que se ocultó el sol.

De repente sonó mi celular, era una llamada de él. Me dijo que le permitiera verme, que se sentía mal por lo que había pasado y quería decirme algo. Y como se suponía que yo no sabía nada de nada, le dije que sí. Al poco tiempo, su carro ya estaba afuera de mi casa. Salí y:

Alfalfa: Cómo estás?
Garambullita: Bien y tú?
Alfalfa: Bien. Estás enojada?
Garambullita: No, por qué habría de estarlo?
Alfalfa: Pues, por lo que pasó.
Garambullita: Nombre, no hay problema, yo sé que a veces surgen problemas. No te apures. Resolviste las cosas con la doctora?
Alfalfa: Um, sí.
Garambullita: Y qué era lo que me querías decir?

Alfalfa se quedó callado. No contestaba. Pregunté algunas dos veces más qué era lo que venía a decirme y no hablaba.

Garambullita: Ya lo sé todo.
Alfalfa: De qué hablas?
Garambullita: Sé lo que está pasando. Sé a qué has venido.
Alfalfa: Qué es lo que sabes?
Garambullita: Tú ya tienes novia, verdad?
Alfalfa: (sin hablar, asintió con un movimiento de cabeza).
Garambulita: Lo sabía

Y ahora que ya no tenía que fingir no saber nada, pude mostrar mi decepción. Él me miraba, veía mi cara de tristeza. Debo admitir que no me sentía tan mal como hubiera imaginado, ya mencioné que el hecho de intuir y saber muchas cosas anticipadamente, me hicieron no tan vulnerable al dolor.

Alfalfa: Lo siento.
Garambullita: Desde cuándo andas con ella?
Alfalfa: Desde hace casi un año.
Garambullita: Y por qué no me dijiste?
Alfalfa: Porque no hubieras aceptado salir conmigo.
Garambullita: Qué decepción, en verdad.
Alfalfa: Lo siento… Cómo te diste cuenta?
Garambullita: Me dijeron, más yo no quería creer. Pero hoy pude comprobarlo.
Alfalfa: Lo comprobaste?
Garambullita: Si.
Alfalfa: Cómo?
Garambullita: Cuando fui a tu casa, te escuché con ella. Estaban los dos en tu cuarto, no es así?
Alfalfa: (serio) Sí… Te dijo Ricochet, verdad?
Garambullita: No.
Alfalfa: Entonces?
Garambullita: Yo te investigué
Alfalfa: Quién te dijo?
Garambullita: No te voy a decir
Alfalfa: Dime
Garambullita: Para qué quieres saber?
Alfalfa: Sólo por saber.
Garambullita: No lo conoces. Está en tu escuela, pero en otro salón.
Alfalfa: Cómo se llama?
Garambullita: No te puedo decir.
Alfalfa: Dime por favor quién fue
Garambullita: Fue una amiga de Edith que está en tu escuela (Edith es una de mis amigas).
Alfalfa: Desde hace cuanto lo sabes?
Garambullita: Hace un buen tiempo. Desde que te empecé a preguntar si tenías novia y tú me respondías que no, que ninguna te hacía caso.
Alfalfa: Y por qué no me lo dijiste.
Garambullita: Porque pensé que era mentira.
Alfalfa: Estás enojada?
Garambullita: No, solamente decepcionada. Pensé que eras diferente.
Alfalfa: (callado).

Quizá puse mi peor cara o quizá vio mis ojos llorosos porque él me dijo:

Alfalfa: Perdón, no te pongas así
Garambullita: No te preocupes, no es nada. Ya tengo que entrar. Nos vemos.
Alfalfa: Espérate Garambis. Ya no nos podremos ver?
Garambullita: Creo que no. De todos modos, aunque ya no podamos salir puedes contar conmigo para lo que quieras.
Alfalfa: En serio? No estas enojada conmigo?
Garambullita: No, no estoy enojada.
Alfalfa: En verdad?
Garambullita: Sí… no tengo por qué enojarme. Gracias por todo. Nos vemos.
Alfalfa: Adiós.

Entré a mi casa. Y tras de la puerta me recargué mientras oía el sonido de su estrepitoso vocho marcharse. No tenía planeado llorar, pero surgió de manera imprevista.

Luego, Alfalfa me maldó, lo que parecía ser su último mensaje:

12-12-2008 (9:55:54 PM)
Quisiera regresar el tiempo y haberte hablado antes. Siempre me gustaste y ahora me gustas más porque te conozco más. Desgraciadamente uno no puede estar con las personas que quiere. No me odies por favor. Espero en algún tiempo y en algún lugar volvernos a ver y hacer de esto una verdadera relación. Adiós, niña de la sonrisa hermosa.

Al poco rato vino mi hermano de sus andadas en la calle y nos marchamos para Garambutown. Ese día, la capital vio marcharse a una Garambullita triste.

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