Si eres de esos que sólo echas la ropa a la lavadora y programas el lavado, me dirás "¡qué exagerada!", pero si eres de las que como mi mamá, echa la ropa a la lavadora y luego la talla a mano por lo menos dos veces, entonces me darás la razón. Es ahí donde entra la sincronía, porque, mientras la lavadora está con un bulto de ropa, tu debes ir adelantando a tallar a mano otro pequeño bulto. Luego de todas las talladas, sigue el enujagado para quitar la el jabón y la espumita y el enjuagado con algún suavizante de telas (si es que quieres tener tus choninos pachoncitos). Debes ser rápida porque también hay que tender la ropa y la lavadora no para de trabajar. Esta ingrata puede alcanzarte, pero si te alcanza corres el riesgo de perder la sincronía y podrías aventarte lavando muchas más horas de las deseadas. Si eres algo lenta y de plano no puedes evitar que se te junte la ropa, colocarla en cubetas te ayudará a distinguir cuáles ya llevan una o dos talladas, y cuáles ya enjuagaste con y sin suavizante, etc.
¡Ah! ¡Pero ahí no termina la cosa! Serciórate siempre de que al lavar, no hayas mezclado ropa de todos los colores, pues algunas prendas se despintan y puede suceder que encuentres un enorme mapa rojo en alguna camisa blanca, o así. Por eso, la ropa negra va con la negra, la blanca con la blanca; los tonos claros con los tonos claros y los fuertes con los fuertes; y si sabes que alguna ropa se despinta y no concuerda con ningún bulto de algún color, ésta deberás lavarla por separado.
Algo de gran importancia es que: por ningun motivo los calcetines se revuelven con el resto de la ropa, por aquello de la higiene, y mucho menos (¡ni pensarlo!) con los calzones y tangas; no quisieras infectarte la cola con algún extraño hongo de tus pies y entonces sí!! Por eso es preferible lavar la ropa interior por separado de la demás ropa, y recordando siempre: calzones con calzones, calcetines con calcetines. Ah, y estos sí necesitan por lo menos, rigurosas tres talladas, quieras o no.
Por alguna extraña razón me di cuenta que la mayoría de la ropa era mía, así que no protesté cuando mi mamá me pidió ayuda, incluso creía que sería rápido como comerme una concha. Todo el rato no sentí el más mínimo cansancio, incluso pensé que lavar ropa no era tan feo como hacían creer. Pero pregúntenme el siguiente día... Para el siguiente día me dolían partes del cuerpo que ni siquiera sabía que tenía. Con la lavada pude trabajar muchas zonas del cuerpo que con el ejercicio nunca trabajo.
Ahora sé por qué las mamás se enojan tanto con los güercos cuando se ensucian. Ahora sé que esto no es nomás de enchilame otra, tiene su chiste y tiene su friega. Mis respetos para mi ma.
El siguiente fin procuraré seguir con este arte para adquirir condición de lavandera. Jaja.
Ora sí, rúmbele a buscar petróleo!!
Chá... me gustaba la saga del alfalfa, ¿por qué ya no ha habido updates en... em... dos semanas?
ResponderBorrarÉchale ganitas.