lunes, 29 de octubre de 2018

Encerrada

¡Maldita sea! ¡Nunca he deseado tanto salir por ahí, ir a la calle o a algún lugar a pasear! Pero ahora que estoy en recuperación de mi operación y que no puedo salir mis ganas aumentaron a putimil. 😭 A pesar de esto se supone que debo estar en descanso, pero... no estoy ni me siento tan mal... aunque tampoco estoy completamente bien. 😪

En realidad, según mi condición física, sí puedo salir y andar: podría ir a la placita a comprar un helado (de vainilla, ya saben 😉), ir a ayudar a mi padre en su trabajo, o como me gusta: salir a pasear en carro (con el volumen de la música alto, alto 😏♪♫); todo ello con mucho cuidado y reposando cada vez que lo necesite. Pero no lo hago, porque mi pueblo es demasiado chico y podría toparme con mis compañeros del trabajo y/o madres de mis alumnos, y éstos, al verme en la calle, supondrían que ya me encuentro bien, que no tengo nada y que nomás me la ando pachangueando sin ir al trabajo; 😒 hasta me los imagino diciendo: "Nombre, si yo la vi en la calle muy quitada de la pena y no se veía mala". 

Es por eso que prefiero no salir, para no dar lugar a malos entendidos y que digan que no he ido a mi trabajo pero que sí estoy muy buena para andar en la calle. Aunque debo confesar que esto de no salir y estar encerrada ya me está cansando, ya me está hartando, me ya tiene un poquitín hasta la madre. Las pocas salidas que he dado han sido casi así:



Me voy cuidando de no toparme con nadie o de pasar desapercibida, pero we, eso ya me hartó también.

Jajaja, quién lo diría que la niña a la que no le gusta salir ahora muere por salir!! Jajajaja, pobre. Pero ya me imagino, si no me estuviera limitada la posibilidad de andar de pata de perro en la calle, no estaría chillando que quiero salir. 😄

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