Me gusta cantar, pero no sé hacerlo del todo bien. No he asistido a un curso ni a conservatorios ni a clases de canto, así que ya se han de imaginar cómo es que lo hago. Sin embargo, me agrada mi voz y trato de educarla... aunque sea a mi estilo.
Hubo un día en que mis amigas de la escuela y yo andábamos de locas visitando uno y otro sitio y tomábamos cuanto micro se nos ocurría.
Risa que risa, haciendo pedo arriba del transporte, disfrutábamos de nuestros últimos días de clases del segundo semestre de la carrera. Yo iba realmente entusiasmada, ya que normalmente mis días son muy feos en aquella ciudad en la que me veo obligada a vivir (en mi pueblo no hay la carrera que quiero). Así que iba yo muy alegre, contenta por estar contenta, por que casi nunca me sentía así en aquella ciudad y porque aparte, estábamos pasándola muy bien.
Muy ya conocidos son esas personas que se suben a los micros a hacer propagandas, a vender dulces, bebidas, artículos, pomadas para callos... hay aquellos que presentan shows: como payasitos, hombres con habilidades extrañas, entre otras cosas.
Ese día tocó subirse a un muchacho cantor a uno de tantos camiones que abordamos. Llevaba su guitarra y su voz como medio de ganar algunos pesos extra.
Desde pequeña me ha gustado Ricardo Arjona y desde chica me gustaba seguir la voz de la corista que normalmente lo acompaña, así que ahora más o menos me acoplo a las voces de sus canciones.
El muchacho cantor empezó su mini repertorio con "Acompáñame", precisamente de Ricardo Arjona. En ese momento, la música, como suele hacerlo, me puso 'reflexiva', recargué mi cabeza contra el vidrio (ibamos, sentadas hasta atrás; yo hasta el último asiento del lado derecho) y me puse a pensar presisamente en mi felicidad, mientras tanto mis amigas seguían haciendo relajo y no se percataban de mi ausencia mental. (Siempre paso desapercibida). De repente y casi mecánicamente empecé a cantar la rola junto al chavo...
"...acompañame, a quererte sin decirlo, a tocarte sin rozar ni el reflejo de tu piel a contraluz..."
Cuando finalizó la canción, y en el momento en que el muchacho rezaba las clásicas frases de "buenas tardes", "espero y sean de su agrado" y "con lo que guste cooperar", mis amigas, que ya habían notado mi ausencia me preguntaron por qué me había puesto tan seria, a lo que yo solo contesté: "Aaah, um... es que me gusta la canción".
El chico cantor hizo su segunda intervención, esta vez con "Maldita Primavera". De esta canción yo no tenía suficiente nocion, es más, no me la sé completa, pero continué cantando...
"...pasa ligera, la maldita primavera, pasa ligera me maldice solo a mí..."
El chico ternimó la segunda rola, terminó mi segunda ausencia y él, precedido de la verborrea del intermedio, sin decir palabra alguna, se dirigió al frente y empezó a pasar con su gorra recolectando los pesos que la gente quisiera dar. Mientras se dirigía a nosotros con su gorra y su guitarra pude ver que la gente estaba siendo generosa, más de lo habitual. Realmente el chico cantaba y tocaba bien.
Me dispuse a sacar mis pesos de la mochila de la escuela... En unos instantes él ya estaba a un lado mío pidiendo cooperación a mis compañeras, mientras yo lidiaba con llaveros, basura, lápices, colores y con cuanto objeto guardo en la mochila. Antes que pudiera sacar los centavos, el chavo, que estaba justamente parado frente a mí (en los escalones de la bajada), dijo con voz suave: "Buena tercera voz"...
...
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Ahora con el dinero en la mano, pude levantar la cabeza y darle los pesos. En ese instante pude ver su rostro y su cabello lacio que, de haberlos notado antes, hubieran suprimido mi ausencias mentales. Lo único que alcancé a decir -con cara de mensa- fue: "¿tercera voz?". Él asintió con un moviento de cabeza y pidió al chofer que le diera oportunidad de bajar. Bajó y mis amigas extrañadas me dijeron: "¿¡Tercera voz!?". Yo, más extrañada que ellas mismas dije "¡No sabía que pudiera hacer eso!". No dije nada sobre la costumbre de cantar a la par de las voces femeninas de las canciones de Arjona, pero supuse que tal vez por eso me salió de chiripa la 'tercera voz'. Mis amigas y yo nos fuimos comentando sobre cómo era que se hacía tercera voz y así termina la historia.
Cuento esto porque la neta no tengo idea de cómo fue o por qué, pero, si la segunda rola ni me la sabía bien ¿¡cómo fue que pude hacer 'tercera voz' con ella!? Um... tal vez el muchacho solo se refirió a la primera rola... o tal vez sea que ya estoy aprendiendo más cosas??? Aún recuerdo cuando de niña quería hacer otras voces y me rendía en el intento. Ja. Bueno, como sea.