lunes, 25 de diciembre de 2006

El espíritu de la Navidad

Este 24 fue un día loquito. Aún no empezaba la fiesta y ya olía mal el ambiente. Era noche buena y no lo parecía.

-“Ya vamos a acostar al niño para irnos a dormir”– decía la abuela.
-“Si, ya empecemos pues tenemos muchos niños Dios que arrullar y no vamos a acabar pronto”- agregaba el tío Pancho al cual nunca le hacían gracia ese tipo de eventos.

Ave María… segundo, tercer misterio… A la rurru… Bla, bla, bla…
Ahora sí, vamos a romper la piñata... Dale dale dale…

Todo estaba muy apagado, era como un margarita sin tequila. La música se escuchaba y todos tenían caras largas como en un velorio. De repente, moviéndose graciosamente al ritmo de la música, entró a nuestra casa un pequeño niño de aproximadamente dos años de edad bailando y zapateando con movimientos primitivos.

-“¡Miren, tenemos visita!”- gritó mi madre.

Todos voltearon a ver. Y ahora, impresionados y entusiasmados, todos animaban el bailar de aquel niño sin saber de dónde había salido o de quién era. El tío Pancho aplaudía, la abuela sonreía al ver la gracia del niño. Toda la gente se prendió en un dos por tres. Luego llegó un muchacho que buscaba a su bebé... Todos se quedaron bailando y la fiesta se terminó hasta las 4 de la mañana.

¿Quién hubiera creído que el espíritu de la navidad también puede tomar forma humana?

2 comentarios:

  1. ¡Yo, yo lo habría creído! Claro, que yo siempre había pensado que el espíritu de la Navidad tenía la forma de mi abuelo Pepe. ¿Se habrá reencarnado?

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  2. OOrale! pues que padre!! quien sabe si si exista eso de el espiritu navideño... pero pss que padre que te la pasaste chido...

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