miércoles, 11 de marzo de 2009

Vaivén

Jaja... Sabía. Lo sabía!!! No resistiría a estar sin mí. O debería decir... no resistiría el antojo de tener mi cuerpecito y de que le hiciera cosillas? Jajaja. Qué diablos estoy diciendo!! Jaja.

Justo ayer en que me encontraba lidiando con unas malditas lecturas que debía leer, empecé a pensar mucho en Alfalfa, a extrañarlo. Eran por aquello de las 11 de la noche cuando había decidido mandar al diablo aquellas páginas y justo por ese instante recibí un mensaje de él.

"Hola niña. Ya sé que te dije que no te molestaría pero te quiero ver. Espero estés bien, nos vemos".
No sé cómo diablos hace para hacerme olvidar todo y hacerme quererlo aún más después de la indiferencia, después de la mentira, después de todo lo que ha sucedido. Y adivinan bien, después de haberle dicho que sería mejor no vernos y bla bla... mi otro yo se emocionó, se alegró de saber que él aún piensa en mí. Y respondí:

"Hola Alfalfa. Qué alegría recibir mensaje tuyo. Estoy bien. Aquí haciendo unas malditas tareas que ni siquiera logro entender ya que tengo la mente muy perturbada. Yo también quiero verte, pero mejor no pidas tregua. Yo sé lo que te digo, no te conviene mezclarte conmigo. Que descanses. Besos. Te quiero".


Jajaja. Lo sé. En parte digo no, pero en parte digo sí. Siempre buscando dejar una puerta abierta, una posibilidad. ¿Por qué hago esto? Unas veces quiero terminar con todo de una vez por todas y otras... Auch, ya no entiendo.

Nos mandamos otros mensajes (ya no pongo nada entre cada uno porque me extiendo un buen):

ALFALFA: "Pues te pido tregua. Déjame platicar contigo ahorita un ratito. Ándale Garambis, te prometo que no voy a hacer nada".

GARAMBULLITA: "De qué quieres platicar? Podemos platicar mañana por msn. Además estoy despeinada y he prometido no volver a sonsacarte".

ALFALFA: "Está bien, disculpa. Ya comprendí que no me quieres ver. Que descanses".

GARAMBULLITA: "Sí te quiero ver, que quede claro. Me encantaría. Pero lo hago por tu bien, compréndeme. No me odies por favor".

ALFALFA: "No te odio, pero cuando te decidas me dices y ahí estaré. Y no te preocupes por mí. Tu tampoco me odies. Adiós. Me encantas".

GARAMBULLITA: "¿Cuándo te decidas me dices? No me la cambies por favor, yo siempre he estado más que decidida, eres tú el que no se decide con esto, lo peor fue que me enamoré como una mensa y tu no tuviste la cortesía de evitarlo. Pero bueno, olvidemos el asunto. Luego platicamos. Te quiero. Que duermas bien. Bye".
Y después de este "me enamoré como una mensa" -seguramente improvisto y bombardeante para él- ya no me contestó nada. Yo sé que le estoy pidiendo que platiquemos luego, pero si él sintiera algo por mí, me contestaría algo así como "yo también me enamoré" o ya tan de perdido "también siento algo", pero no, no respondió nada. Qué hubiera sucedido si en vez de esa frase le hubiera hecho insinuaciones traviesas? Seguro sí me hubiera respondido hasta dar fin. No sé. Esto me lleva a deducir que no hay nada más en él hacia mí que el deseo de tenerme cerca y ya. Qué mal situación.

Ahora lo pienso y lo examino así, fríamente. Quisiera hacerlo así siempre, pero luego me entra la etapa de embobamiento que me hace olvidar todo. ¿Cómo este individuo puede hacer eso?

Otra vez empieza de nuevo esto. O mejor dicho, no sé si lo ahuyente con mis palabras o si empiece otra vez. Esto se ha convertido en un juego. En algo inconstante: un día él está, otro día no.

1 comentario:

  1. esta historia esta de novela me cae, pero cuidado no jueges con fuego, saludoss!!

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