Siempre creí que no volvería a sacar a la luz dicho tema. Me juré montones de veces llevármelo hasta la tumba, no contarlo a nadie, no comentarlo con mis cómplices, enterrarlo para siempre incluso al confesarme (cuando creí que confesarse era necesario). Pero bien dicen que cae más pronto un hablador que un cojo, y esta habladora cayó.
Se lo conté a un extraño, un contacto de Colombia; un muchacho arrebatado, lujurioso, tierno y con la insistencia más enorme que he podido conocer. El me trataba de inclinar repetidamente nuestras conversaciones hasta un punto erótico y cachondo, yo por mi parte cambiaba de tema y procuraba hacerme la desentendida hasta que me preguntó porqué esquivaba dichos temas de conversación. Pude haber respondido cualquier otra cosa como "no me gustan", "tu no me inspiras nada de eso", "soy lesbiana" o cualquier cosa aunque no haya sido cierta, pero de entre todas las respuestas que podía dar tuve que contestar "es que tu eres un niño bueno no te quiero pervertir". A partir de ahí le nació la curiosidad al tipo por saber a qué me refería y yo de vuelta a esquivar y a esquivar. Luego, él me dijo que me contaría alguna de sus perversiones pero si yo le contaba después las mías, así que empezó. Me contó una muy común de hoy día: que a través del chat público conoció a una señora, según él de muy bien ver, a la cual agregó a sus contactos y por medio de la camara web logró excitarla y hacerla masturbarse delante de él. Ahora era mi turno y pedía exigiendo que ahora yo contara algo, lo que fuera que estuviera dentro del tópico "perversiones". Era hora de la verdad, lo hacía o no lo hacía. Fue tanta su insistencia que terminé por decirlo todo. Le conté del incesto infantil con primos, el seudosexo y de los juegos sexuales de la infancia; de la precocidad, de mi afición puberta por materiales pornográficos, de mi mente morbosa, de mi supuesta desición de ser lesbiana. Le conte muchas cosas que nunca a nadie había contado y que habían estado enterradas por mucho tiempo. En ese momento sentí un gran peso de encima y le di gracias por haberme leido de principio a fin y por darme su opinión respecto a eso.
La verdad todo eso siempre me ha hecho creer que soy una muchacha sucia, pervertida, mal pensada, sin ese sentimiento puro con el que se supone debes crecer al menos hasta la primaria, a decir verdad no tengo ningún recuerdo de una niñez pura e inadulterada. Creo que todas esas experiencias fueron el origen de muchas de mis anomalías mentales, de mis inseguridades, de mis miedos, de lo que soy ahora. Pero hace ya un buen rato he aprendido a vivir con mi pasado, creyendo que sólo es eso, pasado y nada más, pero aún así un pasado que tiene repercusiones en mí, porque no he dejado de ser la pervertida, enferma, miedosa y neurótica.
amonos con la garambis destapada creo que a veces hablar sobre ciertas cosas del pasado ayuda a quitarnos muchos pesos de encima.
ResponderBorrarcuidate y haber cuando platicamos de nuevo.
por cierto dese una vuelta por mi blog
el pasado no debe pesar tanto, ni confesarse tanto al menos es lo que yo pienso, igual nadie es un santo como para decir yo siempre he sido lindo, aunque con lo leido me explico muchas cosas de ti, sin embargo, no me sorprende, precoces, incestuosos, pornograficos precoces creo que todos lo hemos sido en su momento, eso si es lo que no me gusta que dejes que el pasado te influya en el presente, no lo hagas, te desvalorizas sola, eres una gran persona, al menos lo poco que me permitiste conocerte, espero sinceramente que tu vision cambie, saludos
ResponderBorrarje, yo creo que todos de pequeños tuvimos ese tipo de perversiones y no es que seas una persona sucia ni mucho menos, creo que es muy normal! ya te extrañabamoos! saludooos
ResponderBorrarTraaanquis, eso es parte de una infancia saludable. El desarrollo sexual comienza desde "morritos", no cuando "ya te mojas o ya se te para".
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