Fue creciendo y sus compañeras todas ya hablaban del tema: “a mí me dura tres días…”, “a mí me dura cinco días…”, “¡a la prima de una amiga le dura siete!...”, y mientras ella escuchaba sin decir nada. Luego ellas iban al baño en cierta complicidad, y como ella no experimentaba aún eso, no era invitada a “la reunión entre amigas”.
No le importó. Aún era chica y pensaba que no tardaba en aparecer eso, y aunque ella no quería que sucediera, sabía que era mejor para desarrollo.
Cuando cumplió los 18 años, su papá se enteró que ella nomás nada, y se preocupó muchísimo, más que ella misma. Le ordenó a sus hermanas que la convencieran de ir a checarse, y así lo hizo.
Fue con la ginecóloga y le hizo un ultrasonido para ver si tenía todo en su lugar. Todo salió correcto, sus ovarios, su útero, sus trompas de Falopio, todo estaba allí. La ginecóloga le dijo que haría trabajar a sus ovarios, que mientras los tuviera ella los despertaría. Le dio unas pastillas y al cabo de unos meses de tomarlas, se dio cuenta de que fueron un completo fracaso. Y dejó el tratamiento por la paz.
Su papá se dio cuenta de que nada había funcionado y mandó a sus hermanas a convencerla de ir otra vez con la ginecóloga. Ella accedió.
Estando otra vez en el consultorio, la ginecóloga le hizo otro ultrasonido.
-Todo está bien, creo que tendré verte por abajo- :o fue la expresión de la chica al saber que la verían donde solo su mamita la había visto años atrás. –hay algunas chicas que tienen el himen cerrado y por ello el fluido no puede salir, tengo que ver si tu himen está cerrado o no.
-¿Ahora mismo?
-Sí, vete al baño, te quitas el pantalón y los calzones, te pones una bata y te vienes.
-“Pus ya qué, dijo la violada”- Pensó la chica resignándose.
Cuando se acostó en la camilla y la estaban observando por allá, se sintió tan mal, tan incómoda, que se tapó los ojos y se puso a imaginar otras situaciones. Pero de repente la ginecóloga le empezó a decir “Estás bien, estás muy bien” repetidamente que perdió la concentración. Al fin terminó el chequeo y pudo ponerse sus calzones púrpura. La ginecóloga le dijo que en vista de que todo estaba bien, le recetaría otras pastillas más fuertes. La muchacha aún las sigue tomando.
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Que feo sentí que me vieran :( pero ahora cada vez que me preguntan, les digo que la ginecóloga me repetía una y otra vez: “Estás bien buena, estás bien buena”. Eso me ayuda a recordarlo con una sonrisa en los labios :D