Suenas en la noche pero nunca en la mañana,
mantienes abierto mi ojo ardoroso
aun cuando quiere permanecer cerrado;
cansado, te mira a lo lejos,
pero enamorado, te mira cerca.
¿A dónde vas? ¿Qué hiciste hoy?
No quiero saberlo.
Si las palabras no son las suficientes
no me importan tus pasos;
el día de hoy eran perlas en el mar
y yo he tenido que ir en busca del tesoro
que sé que está ahí, pero no lo veo.
Aún así, abres mi ojo expectante
y decido responderte,
pulso las letras correctas para complacerte
y alegrar tu boca con un <<que tengas un buen día o bonitas madrugadas>>.
Pero en ocasiones me confundes
porque haces lo que yo espero que hagas
y en seguida harás eso que me duele.
Hoy no te tengo.
Quizá en realidad nunca te tuve.
Y creo que me desgasta más la soledad ahora
al ver que de alguna manera te pierdo,
que antes, cuando estaba cómodamente sola.
Ya no me importa, lo admito.
Pero en realidad sí me importa,
los pensamientos pueden ser traicioneros
y yo soy muy condescendiente.
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