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A un lado de mi casa vivía una señora algo tétrica y descuidada.
La tenían encerrada y no salía a la calle pues era de mente tocada.
Su hermano siempre "cuidaba" de ella y ella como femenina
le solía lavar la ropa y le ayudaba en la cocina.
Mis primos y yo, guiados por el morbo y la curiosidad
nos asomábamos por la barda y a veces le hacíamos maldad.
Una tarde, en que guisaba frijoles en el fogón
por el escape del humo le aventamos piedras y un balón.
Luego de un tiempo hicieron de dos plantas mi casa,
y de mi cuarto podía verla en su jardín, paseando como en la plaza.
Un día en que la señora loca se cortaba las uñas de los pies
observó que la observaba, y con un zapato suyo quiso darme un revés.
En una madrugada calurosa, en que me metí a bañar
escuché a los dos hermanos con volumen alto hablar:
-"¿Qué te pasa? ¿Estás loca? ¿Me quieres matar de un sustón?
¡Dime qué hacías a estas horas deambulando en el panteón!"
-"Hermanito, te suplico, no me arrimes una tunda
Yo solo escuché que mi madre me llamaba desde su tumba".
Un día se enfermó y de puso muy muy malita,
esa enfermedad dio fin con ella y así acabó mi vecinita.
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Poema basado en hechos reales.
En memoria de mi vecina "Doña Chaya" quien murió hoy 30 de diciembre. No había tantos lazos, sólo formó parte de los misterios y morbos de mi niñez.