Aquel tan enfermizo, amigo empalagosito se fue, anda en Arica como estudiante de intercambio cultural.
Un día sentí que lo extrañaba y quizá hasta me puse celosa porque iba a conocer una de sus amigas cibernéticas que vive en Perú. Y pensar que no se había despedido de mí me ponía a pensar que ya no le interesaba. Pero él nunca me interesó, de hecho ahora mismo no me interesa; aún así no puedo evitar sentir que he perdido algo, ese chico insistente, que me pensaba constantemente y me hacía poesía.
No lo quiero, es la verdad, pero noto mucho que... lo tuve y ahora ya no más.
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Más recientemente me puse más en contacto con él y está de nuevo tras de mí, él allá y yo aquí pero sigue mostrándome su interés, un interés que a veces me empalaga, y eso cada vez me recuerda por qué no me gusta, pero a mi ego le gusta saber que ha vuelto, que lo sigo teniendo.
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Claro, lo sé, esta es una actitud pedorra y el título del post está del asco.